Texas eligió por abrumadora mayoría al republicano Ted Cruz para el Senado.
El favorito del tea party tuvo un improbable ascenso como ex abogado del estado, un político casi desconocido, para convertirse en el primer hispano en representar al estado.
El abogado de Houston, de 41 años, venció al demócrata y ex representante estatal Paul Sadler. Cruz remplazará a la republicana Kay Bailey Hutchison de Dallas, quien se retira.
Pero aun antes de las elecciones Cruz ya había cambiado la naturaleza de la política texana sorprendiendo a una de las figuras más preponderantes del orden político estatal: el vicegobernador David Dewhurst.
Cruz empezó las primarias republicanas con apenas el 2% de las preferencias electorales.
Su padre nació en Cuba y peleó junto a Fidel Castro antes de que su gobierno se declarara comunista. Después huyó a Texas sin saber inglés y con $100 cosidos en su ropa interor. Nacido en Canadá cuando sus padres trabajaban en los campos petrolíferos, Cruz creció en Houston. Ostenta una oratoria fogosa y populista que pulió cuando fue campeón de debate en Princeton y estudiaba derecho en Harvard. Dewhurst, mientras tanto, era el que se proyectaba como senador por Texas cuando la Legislatura estatal levantó la sesión en junio de 2011.
Muchos observadores consideraban a Cruz un candidato marginal que buscaba sólo el reconocimiento del del tea party.
Dewhurst contaba con el apoyo del aparato conservador del estado, incluido el gobernador Rick Perry. Había supervisado el Senado estatal desde el 2003, y destinó más de $20 millones de su propia fortuna a su campaña política.
Pero Cruz emprendió una paciente campaña de dos años que lo llevó a decenas de foros a los que no asistió Dewhurst. Invirtió cientos de horas tratando de convencer a los republicanos en las calles de que un voto por Dewhurst era un voto por una postura moderada, y que él era el verdadero conservador.
Cruz está a favor de levantar una valla a lo largo de la frontera con México y ha pedido eliminar una serie de departamentos federales.
Dewhurst no tomó a Cruz en serio hasta que quedó en segundo lugar en las primarias republicanas y forzó una segunda vuelta en julio; pero para entonces ya era demasiado tarde.
La victoria de Cruz sacudió el orden político texano hasta sus cimientos y dio a Cruz prominencia nacional. Aseguró un espacio de horario estelar como orador en la Convención Nacional Republicana y pasó a ser una presencia constante en los programas de debates políticos de costa a costa.
Todo esto hizo que su triunfo sobre Sadler ya no fuera sorpresivo pero no por ello determinante.
Al votar en la escuela primaria Walnut Hill en el Norte de Dallas, Jamie Parker, de 61 años, dijo que no había apoyado a Cruz en las primarias pero que después se convenció de él. "Ahora soy muy antidemócrata", dijo Parker, quien con su esposo tiene una empresa que vende computadoras a los dentistas.
También Sadler fue un candidato inesperado, ya que se postuló cuando el teniente general retirado Ricardo Sánchez salió de la contienda.Sin embargo los demócratas texanos no apoyaron a Sadler, pues le dieron menos de $1 millón en un estado donde una campaña política cuesta más de seis veces esa cantidad.
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