Rio Grande City, Texas — Elementos de la Guardia Nacional llegaron aquí la semana pasada equipados con blindaje personal y armados con pistolas para reforzar seguridad a la frontera México-Estados Unidos.
Pero han visto poca acción desde que tomaron sus posiciones en torres de observación móviles y vehículos de la Patrulla Fronteriza a lo largo de caminos de terracería y diques que dan sobre los densos matorrales del Río Grande.
Algunos se hallaban luchando contra el aburrimiento, platicando sobre la vida que llevaban en sus lugares de origen — donde su trabajo era totalmente distinto a estar al acecho de traficantes armados — y preguntándose cuánto tiempo más permanecerían destacados en medio del inclemente calor del desierto.
Otros mataban el tiempo como podían durante tediosos turnos de 12 horas mirando la silenciosa ribera.
"La música me mantiene despierto", dijo un soldado mientras escuchaba viejas melodías de R&B y que pidió permanecer en el anonimato porque, como lo explicaron varios soldados, no tienen permitido hablar con los medios. "Solo estamos mirando la maleza".
La Guardia Nacional fue despachada a la frontera con gran fanfarria por el gobernador republicano de Texas Rick Perry, quien declaró en julio que se vio obligado a hacer algo por una serie de fracasos del gobierno federal en hacer frente a los narcotraficantes y al flujo de menores de edad centroamericanos no acompañados que han cruzado la frontera en los últimos meses.
Hasta la semana pasada habían llegado 400 efectivos de la Guardia Nacional. Se prevé que en las próximas semanas serán reunidos un total de 1,000, concentrados en este tramo de la frontera en la punta más meridional de Texas, a lo largo del Valle del Río Grande entre Brownsville y McAllen.
Esta región es considerada muy vulnerable a los cruces ilegales.
El despliegue de tropas ha dado a Perry la oportunidad de proyectar una imagen dura en inmigración ilegal mientras decide si se postula a la presidencia en el 2016, y de deshacer el daño político que sufrió en su fallida campaña del 2012 en la que los conservadores lo tacharon de blando en el tema de la inmigración.
Pero ahora que los guardias están aquí, su función precisa, aparte de vigilar los matorrales, no está del todo clara.
En semanas recientes los soldados han recibido adiestramiento en vigilancia aérea y terrestre. Durante su turno, permanecen vigilantes, generalmente desde estaciones con vista al río, o acompañando a unidades de la Patrulla Fronteriza en los polvorientos parajes de las afueras de McAllen.
Mientras tanto, la cantidad de personas que intentan cruzar el río ha estado disminuyendo en las últimas semanas, y el flujo de menores de edad solos ha caído notablemente.
Funcionarios del gobierno de Perry y de la Guardia Nacional rehusaron dar una entrevista para hablar de la labor de los soldados.
Tom Vinger, vocero del Departamento de Seguridad Pública de Texas, a cargo de la iniciativa del gobernador en la frontera, dijo que el objetivo es "negar a los cárteles mexicanos y sus asociados un acceso irrestricto a Texas entre los puertos de ingreso, así como reducir el poder de estas organizaciones, cuya eficacia depende de su capacidad para operar en ambos lados de la frontera".
Una vocera de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), órgano al que está adscrita la Patrulla Fronteriza, no quiso dar detalles de cómo está trabajando CBP con la Guardia Nacional, aparte de decir que ambos están cooperando.
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