Como director de la unidad de intervención en crisis de la policía de Dallas, Dave Hogan y sus compañeros de trabajo con frecuencia se hallan en medio de verdaderos revoltijos.
Su trabajo los lleva hasta el interior de una casa de un acaparador que huele tan mal que hace sentir náuseas a los oficiales novatos.
Pueden hallarse en una guarida de indigentes abandonada, mientras trabajadores municipales recogen pipas de crack, mugrientas almohadas y recipientes de comida bajo los puentes de una autopista.
A veces tienen que ayudar a personas ahogadas en problemas familiaries o que padecen una larga lista de enfermedades mentales inatendidas.
"Son los más enfermos", dice Hogan. "Son lo que más necesitan ayuda".
El equipo de intervención en crisis, compuesto por 11 elementos, entre trabajadores sociales y consejeros, no responde a llamadas del público, sino que la policía o Dallas Fire-Rescue los refieren a casos que solo ellos pueden resolver.
Hogan dirige la unidad, en la que participan especialistas en problemas de menores de edad, desamparo, enfermedades mentales y ancianidad.
"Salimos a ayudar a otros y tratamos de hacer lo justo. No siempre es fácil, pero el valor personal nos impulsa a hacerlo", dice Hogan.
En ocasiones la unidad acude a ayudar a una persona en edad avanzada que está perdiendo la lucidez.
En décadas pasadas no había más que el policía en turno para ayudar a esas personas, dice Ron Cowart, un supervisor de la unidad, y aunque el trabajo de la policía ha cambiado en ese tiempo, no ha sucedido lo mismo con lo que se espera de los policías.
"Padecen de alguna enfermedad mental y pierden su sentido del olfato, y piensan que algo se está quemando cuando no es así. O escuchan ruidos que no existen", dice Cowart.
"Con un indigente, un oficial de policía tiene que negociar la delgada línea entre los derechos de la persona y proteger a la comunidad".
Valencia Hooper, trabajadora social de la unidad, trabaja con los adultos mayores.
Algunos están tan endebles que ya no pueden ser independientes, mientras que otros ni siquiera se dan cuenta de que necesitan ayuda.
Hace poco visitó un domicilio donde una anciana estaba al cuidado de un familiar. Entre los dos tenían más de 20 perros.
"Esas son las cosas que me gustan; atender esos casos difíciles y ayudar a la gente a mejorar su situación", dijo Hooper.
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